Historias
de vidas:
Relato
de una escritora.
Estuve
toda la noche armando, agregando, quitando párrafos en mi mente, quería que mi
narración fuese creíble,
En la
mañana siguiente, luego de desayunar y maquillar mis ojeras, pues no había
dormido en toda la noche.
Acompañada
de mi esposo, nos dirigimos a una oficina de turismo, el joven empleado
preguntó,
Manuel
--- ¿En que puedo ayudarles?...
Quizás
parezca una locura, dije dirigiéndome a él,
Manuel
--- ¡¡Que desea saber señora!!...
Stella
--- Dime jovencito, ¿Excursiones nocturnas, ustedes hacen?...
Él sin
quitar sus ojos, súper abiertos, de sobre mi, respondió,
Manuel
--- ¡¡No, es imposible señora!!...
Su
respuesta aumentaba mi anhelo, despertando un tremendo desafío, respire
profundo, sin mirar a mi esposo, que ya
estaba imaginando alguna de mis locuras,
(si no consigo algo en el primer intento, al momento pienso en alguna
estrategia para convencer a quien le estoy haciendo un pedido) en este caso, a
Manuel.
Yo te
explicaré jovencito, comencé diciendo, mas bien te propondré algo, escúchame
bien, ¿Qué tal si montamos un operativo nocturno?.. Luces, helicópteros, ¿Tu me
entiendes verdad, obviamente los gastos
correrían por mi cuenta, ¿Qué me respondes?
Manuel
--- Perdóneme pero ¿Dónde quiere ir señora?...
Stella
--- Necesito conocer el misterioso bosquecillo del que tanto se habla, y debe ser de noche, ¿Podrían guiarnos?... Es
muy importante para mí, ¡¡Me urge conocer ese lugar!!... Le repito, ¡¡debe ser
de noche!!...
El joven
sonriendo dijo;
Manuel --- ¿Dónde dicen que vivió Farib?... No se
puede de día, menos de noche, aunque
hiciéramos, lo que usted propone, ese lugar es místico y aquí respetamos
eso señora.
Esa
respuesta me frustró ¿Acaso alguien o algo, me estaba cerrando el camino?...
Una pregunta rondaba mi mente convirtiéndose en un deseo irrefrenable, ¡¡Si
Sara iba de noche!!... ¿Porque yo no?...
Esperé y
esperé pero parecía que el tiempo no avanzaba, por fin llego la tarde yo no
paraba de caminar para un lado y para otro, los cigarrillos se consumían entre
mis dedos.
Mi esposo
permanecía expectante, conociéndome por lo tozuda que soy, solo se limitaba a mirarme, llegado casi el
mediodía, salimos de la oficina de turismo en silencio, mi mente era un
huracán,, las ideas se agolpaban en mi cabeza, de pronto, como si me llevara el
viento, cual hoja ceca, comencé a correr hacia unas barandas que impedían el
paso, pues es un lugar peligrosísimo, la pendiente es riesgosa, profunda, mi esposo extendiendo sus brazos, y tomándome
por los hombros tratando de detenerme, decía casi gritándome.
Alberto
--- ¡¡Detente, Stella!!... ¡¡Reacciona, no eres Sara!!... ¡¡En esto, no te
acompaño!!... ¡¡Estás obsesionándote con ésta historia!!... ¡¡Debes detenerte,
recapacita cielo!!... Escribe tal cual
lo relata María y ya., déjalo a elección del lector, “si es verdad o no”,
pero no arriesgues tu vida, ¡¡No me hagas esto tesoro!!...
En mis
ojos leyó la respuesta,, pues aunque repetía que no lo hiciera, vio que mis
ojos brillaban como el sol, esa era la señal de que no me detendría, en un
gesto de furia y decisión, le quité su saco de piel, para usarlo de deslizador,
él no cesaba de suplicar que me detuviera, pero como bien me conoce, luego de
bendecirme y dejarme en manos de Dios, me besó, quedándose muy triste, vio como me sentaba sobre su
abrigo, yo, con un pequeño esfuerzo, me deslicé por el riesgoso camino de
nieve, el vértigo, fue desesperante, pero más, podía el deseo de saber, de
conocer el lugar de Sara y Farib.
En verdad
no sabía cuando ni donde me detendría, la adrenalina en mi sangre hacía que
gritara, tuve miedo, no lo niego, por
momentos, enterraba los dedos en la nieve, tratando de frenarme un poco, hasta
que perdí mis guantes, mis manos estaban congeladas, delante de mí, vi unos
arbustos, de los cuales pensaba asirme, incliné mi cuerpo hacia un costado, pasé
uno y otro y otro arbusto, hasta que logré aferrarme a uno, les cuento que algo
me detuvieron aunque, más lentamente continuaba deslizándome, comencé a rogar
al cielo, ¡¡Dios, ayúdame!!...
Soy una
caminase pero sabes que debo contar esta historia tal y como fue, con
propiedad, ¡¡Sostenme con tus manos de amor y misericordia!!... No se como,
pero de pronto comencé a ir mas lento, hasta que pude tomarme de unas ramas,
que aunque lastimaron mis manos pudieron detenerme, lentamente recobre el
aliento, estaba sola sobre un manto de nieve, a mi lado los benditos arbustos,
por los cuales hoy puedo contarles esta historia y por la gracia de Dios.
Mientras
miraba el paisaje me preguntaba ¿Cómo sigue ésta búsqueda?... Tratando de
ubicarme, en algún momento debía regresar, aunque el deseo de encontrar el
bosquecillo que guardaba el nidito de amor de los amantes, era más fuerte que
yo, me superaba la idea.
Traté de
ponerme de pie, mis piernas estaban entumecidas, me caí varias veces y otras
tantas me levanté, comencé a caminar,
luego de algunas horas, a mi derecha alcanzo a ver el bendito bosquecillo, mi
corazón iba delante de mis pasos, la emoción me embargaba, creía escuchar las
voces de los amantes, la intriga se apoderó de mí,, ya no sentía tanto el frío,
solo deseaba encontrar la choza, o cabaña, me daba igual, internándome en el
bosque, grité los nombres de los amantes, ellos, ya formaban parte de mis
sentimientos, estaban instalados en mi mente, para estas alturas serían ya como
las 19hs pm., ni hambre tenía, la impaciencia me invadía, convengamos que eran
las 15h am, cuando desobedeciendo a mi esposo y a las leyes de la naturaleza,
comencé a deslizarme, sin embargo no me percaté del transcurso de las horas.
En un
momento, cuando mis manos estaban en los bolsillos del saco de mi esposo, el
cual fue mí deslizador, encontré tres caramelos, mi encendedor con los
cigarrillos, que eran míos, pero siempre los lleva él, aun hoy lo hace, aunque
no fuma, dice que lo hace para controlar cuanto fumo, aparte también tenía algo
de dinero, ¡¡menos mal que no lo perdí!...
Encendí
un cigarrillo, con el cuidado que corresponde, me senté sobre un tronco,
mientras mis ojos buscaban aquél nidito de amor, algo que me hablara de los
amantes patinadores, miré hacia arriba,
el cielo estaba diáfano, filtrándose sobre las ramas de los árboles, ver ese
panorama fue fascinante, el mover de las hojas, parecían palmas que alababan a
Dios.
Desde el
fondo de mi corazón, elevé una oración,
¡¡Dios,
si permitiste y me protegiste para llegar hasta aquí, debe ser que, algo tienes
para mí, la historia de estos seres, debe ser bien narrada, dame una señal por
favor!!...
Las horas
transcurrían y yo sola, abrazada al padre de los árboles, sentía que era mío y
yo de él,
Mientras
yo permanecía en el mundo de los amantes, mi esposo desesperado, movilizaba a
las autoridades, para que me encontraran, pues él sabía que me había ido con
miles de preguntas al bosque y que no regresaría sin respuestas.
Mientras
tanto comencé a llamar a Rubí, o Cristal, allí podía gritar sus nombres, pues
el eco me ayudaba, de pronto recordé el nombre de Grandal, también a él lo
llamé a gritos, ¿Dónde están, amigos de Farib?... ¡¡Respóndanme por favor!!...
¿Podrían darme una señal?... Mientras los llamaba, me adentraba más y más en el
bosque, convengamos que la tarde estaba
cayendo, algo me molestaba en el cabello, con mi mano lo quité, quizás
una hoja, pensé, pasaron unos momentos y nuevamente ese algo en mis cabellos,
volví a quitarlo con mi otra mano, mientras continuaba yo llamando a estos
seres, de pronto una suave vocecita dice en mi oído, ¡¡Si vuelves a quitarme,
me iré!!... Quedé paralizada revoloteó frente a mis ojos, parecía “Campanita”
del cuento de Piter Pan, instintivamente le ofrecí mi mano, se posó en ella
mientras decía, ¡¡Sabes que solo tú, has llegado hasta aquí!!... ¡¡Te diré por
qué!!... Porque tu único propósito, es el de conocer realmente la verdadera
historia de nuestros amigos.
Les
aseguro que solo podía mover mis ojos, siguiendo sus movimientos, creía estar
soñando, miré en dirección hacia donde su dedito puntiagudo me señalaba,
mientras sonreía dijo; ¡¡Mira aquél árbol!!... voló hacia el lugar, cuando yo
llegué me dijo que leyera lo que estaba escrito en su tronco así lo hice, ¡¡En
voz alta!!... me pidió, “Sara ama a Farib”… Por poco
me desmayo, ¡¡Escrito por la misma Sara!!... No podía comprender que, Dios y la
vida me hicieran éste regalo, ¿Sabes por qué permito que me veas?... Dijo el
hadita, (que por cierto era Rubí,) yo
sorprendida por su pregunta, respondí, ¡¡No lo sé, dímelo tú preciosa!!... Ella
sonriente y mientras tocaba mi cara, me contó que ellos sabían, que yo siempre
alimenté la idea de que, si lograba ver algún día a los seres elementales, me
encargaría de comprender su existir, y sus propósitos, pero para vernos prosiguió, hay que tener coraje y decisión, y
tú lo tienes, también me dijo que estuvieron observándome desde que me deslicé.
Yo, a lo que hice, le llamo arrebato, ella, le llamó arrojo, decisión, coraje.
El árbol al que te abrazaste, (me dijo) del cual sentiste sus
latidos es Grandal, quién me permite que te lleve hasta la cabaña de Farib, por
la única razón, es que confía, en que tu relato será real, sin quitar ni
agregar argumento alguno, también desea que escribas tranquila lo que María va
relatándote,
¡¡Yo me jalaba el cabello,
para sentir que me doliera!!... Estaba como en una ensoñación,…
Luego me recordó que, nada
es casual, sino “causal,”, María fue la elegida para relatarte nuestra verdad,
puesto que fuimos y aun somos partícipes de ésta historia, hemos pasado
momentos muy felices junto a ellos, y también de los otros, “los malos momentos”
pero hay cosas que no debo, ni puedo revelar.
También me comentó, ¿Sabes
una cosa escritora?... Muchas se acercan por aquí, y “digo se acercan, porque
nunca llegan” pero regresan sin ver, ni percibir nada, solo fueron guiados por
la curiosidad nada más, pero tú viniste ,para poder narrar la historia con
autenticidad, repito dijo, algunas situaciones no podrás conocerlas pues
pertenecen a la privacidad de Sarita y Farib, así es nuestra ley.
Mi corazón se regocijaba al escuchar los nombrar, y más aun cuando
dijo que me llevaría a la cabaña de ellos, aunque me advirtió que no vería el camino, pues lo haríamos en un
instante, tan pronto lleguemos, observarás el lugar, seguro te deleitarás.
Le pregunté ¿Como llegaremos?...¡¡Cierra tus ojos escritora!!...
Respondió y así lo hice, al abrirlos
estábamos en medio de la cabaña, frente al camastro donde tantísimas veces se
habían amado los patinadores.
Yo
desbordaba de alegría, emoción y asombro, extendí mis manos queriendo tocar el
camastro, pero Rubí me detuvo,
¡¡No
toques, solo mira!!... Esto es real, aquí se amaron, lloraron y rieron, juntos,
Sara y Farib.
Le dije a
Rubí que mi corazón iba a explotar de emoción, que en ese lugar se podía oler,
el aroma del amor, ¡¡Sí!!... Respondió
el hadita, todo mi ser, se embriagó con ésta pregunta, ¿Esto lo puedo
contar?... ¿Qué casi pude tocar, su lecho de amor?... ¡¡Sí puedes!!... Solo que
nunca nadie, puede ni podrá saber, como llegar hasta aquí, y aunque estás junto
a mí,, tampoco tú sabes como llegamos, y así debe ser, un día Farib nos hizo
prometer que nadie debía conocer el camino y repito, que aunque aquí estamos, jamás sabrás como llegar, aunque te esfuerces en recordar, no podrás lograrlo.
Este
lugar es de Sara, Farib y nuestro, los
seres elementales, extendió su bracito, señaló la chimenea, ésta se encendió,
luego de un rato hizo lo mismo y se apagó, mientras me decía, ¡¡María cuenta verdad, escribe sin temor!!... luego
agregó, ¡¡Sara no está sola, aunque parezca que sí!!...
La miré
sorprendida, ella me hizo señas que cerrara mis ojos, así lo hice y al momento,
estábamos en el lugar donde la encontré, les aseguro que aun hoy, no salgo de
mi estupor, quiero pensar, razonar pero es imposible, ¡¡No recuerdo más que la
cabaña!!... ¿Pero como llegar?... Tendría que encontrarme con el hadita
nuevamente.
Lo último
que me dijo Rubí, “eso sí,” esta grabado en mi mente a fuego,
¡¡Cuando
Sara llegó con Farib para conocernos!!... Me presenté igual que lo hice contigo
y ¿Sabes qué?... Sara reacciono como lo has hecho tú, sin temor, aunque muy
sorprendida, hasta que nos hicimos grandes amigas.
Luego de
observarme sonrientemente me dijo; ¡Ahora!... Tú debes caminar en línea recta,
hacia tu derecha para salir del bosque, allí está esperándote tu esposo, que
por cierto su desesperación es tremenda, está viendo que oscurece y a ti no te
encuentra, ¡¡Vete ya, amiga escritora!!...
Tendrás
mucha suerte, afirmó, tocándome la frente con su dedito puntiagudo, me sonrió y
al momento, desapareció.
Seguí sus
instrucciones, en verdad así quedó el bosque, detrás de mí, de pronto escuché
mi nombre, obviamente era la voz de mi esposo, respondí y el eco llevó mi voz,
cuando nos encontramos, me abracé a su cuello, mientras nos besábamos, le pedí
mil veces perdón, ¡Lamento mi amor, haberte desobedecido!!... Él repetía,
¡¡Amor solo quiero saber que estés bien!!...
El
personal de rescate, rápidamente me atendieron, envolviéndome con mantas,
estaba helada, aunque hasta ese momento, no me había percatado del frío, en
verdad mi búsqueda de la verdadera historia, revolucionó aquel pueblo.
Fui por
respuestas, era algo que debía hacer y si bien
el modo que empleé y me desplacé, no fue como debía, el desafío me
provocó y lo enfrenté, así soy atrevida, arriesgada y algo irresponsable, mi esposo me decía y
aun hoy lo sostiene, es que, me comporté
como una “notera “que no acepta perder una primicia, quizás no se equivoca, me
gusta palpar la historia que contaré y créanme que ésta, jamás se apartará de
mi mente y mi corazón.
estrella fugaz.