lunes, 18 de agosto de 2014

Historias de vidas:
Relato de una escritora.

Estuve toda la noche armando, agregando, quitando párrafos en mi mente, quería que mi narración fuese creíble,
En la mañana siguiente, luego de desayunar y maquillar mis ojeras, pues no había dormido en toda la noche.
Acompañada de mi esposo, nos dirigimos a una oficina de turismo, el joven empleado preguntó,

Manuel --- ¿En que puedo ayudarles?...

Quizás parezca una locura, dije dirigiéndome a él, 

Manuel --- ¡¡Que desea saber señora!!...

Stella --- Dime jovencito, ¿Excursiones nocturnas, ustedes hacen?...

Él sin quitar sus ojos, súper abiertos, de sobre mi, respondió,

Manuel --- ¡¡No, es imposible señora!!...

Su respuesta aumentaba mi anhelo, despertando un tremendo desafío, respire profundo, sin mirar  a mi esposo, que ya estaba  imaginando alguna de mis locuras, (si no consigo algo en el primer intento, al momento pienso en alguna estrategia para convencer a quien le estoy haciendo un pedido) en este caso, a Manuel.

Yo te explicaré jovencito, comencé diciendo, mas bien te propondré algo, escúchame bien, ¿Qué tal si montamos un operativo nocturno?.. Luces, helicópteros, ¿Tu me entiendes verdad, obviamente  los gastos correrían por mi cuenta, ¿Qué me respondes?

Manuel --- Perdóneme pero ¿Dónde quiere ir señora?...

Stella --- Necesito conocer el misterioso bosquecillo del que tanto se habla,  y debe ser de noche, ¿Podrían guiarnos?... Es muy importante para mí, ¡¡Me urge conocer ese lugar!!... Le repito, ¡¡debe ser de noche!!...
El joven sonriendo  dijo;

Manuel  --- ¿Dónde dicen que vivió Farib?... No se puede de día, menos de noche,  aunque hiciéramos, lo que usted propone, ese lugar es místico y aquí respetamos eso  señora.

Esa respuesta me frustró ¿Acaso alguien o algo, me estaba cerrando el camino?... Una pregunta rondaba mi mente convirtiéndose en un deseo irrefrenable, ¡¡Si Sara iba de noche!!... ¿Porque yo no?...
Esperé y esperé pero parecía que el tiempo no avanzaba, por fin llego la tarde yo no paraba de caminar para un lado y para otro, los cigarrillos se consumían entre mis dedos.

Mi esposo permanecía expectante, conociéndome por lo tozuda que soy,  solo se limitaba a mirarme, llegado casi el mediodía, salimos de la oficina de turismo en silencio, mi mente era un huracán,, las ideas se agolpaban en mi cabeza, de pronto, como si me llevara el viento, cual hoja ceca, comencé a correr hacia unas barandas que impedían el paso, pues es un lugar peligrosísimo, la pendiente es riesgosa, profunda,  mi esposo extendiendo sus brazos, y tomándome por los hombros tratando de detenerme, decía casi gritándome.

Alberto --- ¡¡Detente, Stella!!... ¡¡Reacciona, no eres Sara!!... ¡¡En esto, no te acompaño!!... ¡¡Estás obsesionándote con ésta historia!!... ¡¡Debes detenerte, recapacita cielo!!... Escribe tal cual  lo relata María y ya., déjalo a elección del lector, “si es verdad o no”, pero no arriesgues tu vida, ¡¡No me hagas esto tesoro!!...

En mis ojos leyó la respuesta,, pues aunque repetía que no lo hiciera, vio que mis ojos brillaban como el sol, esa era la señal de que no me detendría, en un gesto de furia y decisión, le quité su saco de piel, para usarlo de deslizador, él no cesaba de suplicar que me detuviera, pero como bien me conoce, luego de bendecirme y dejarme en manos de Dios, me besó, quedándose  muy triste, vio como me sentaba sobre su abrigo, yo, con un pequeño esfuerzo, me deslicé por el riesgoso camino de nieve, el vértigo, fue desesperante, pero más, podía el deseo de saber, de conocer el lugar de Sara y Farib.

En verdad no sabía cuando ni donde me detendría, la adrenalina en mi sangre hacía que gritara, tuve miedo, no lo niego,  por momentos, enterraba los dedos en la nieve, tratando de frenarme un poco, hasta que perdí mis guantes, mis manos estaban congeladas, delante de mí, vi unos arbustos, de los cuales pensaba asirme, incliné mi cuerpo hacia un costado, pasé uno y otro y otro arbusto, hasta que logré aferrarme a uno, les cuento que algo me detuvieron aunque, más lentamente continuaba deslizándome, comencé a rogar al cielo, ¡¡Dios, ayúdame!!...

Soy una caminase pero sabes que debo contar esta historia tal y como fue, con propiedad, ¡¡Sostenme con tus manos de amor y misericordia!!... No se como, pero de pronto comencé a ir mas lento, hasta que pude tomarme de unas ramas, que aunque lastimaron mis manos pudieron detenerme, lentamente recobre el aliento, estaba sola sobre un manto de nieve, a mi lado los benditos arbustos, por los cuales hoy puedo contarles esta historia y por la gracia de Dios.

Mientras miraba el paisaje me preguntaba ¿Cómo sigue ésta búsqueda?... Tratando de ubicarme, en algún momento debía regresar, aunque el deseo de encontrar el bosquecillo que guardaba el nidito de amor de los amantes, era más fuerte que yo, me superaba la idea.

Traté de ponerme de pie, mis piernas estaban entumecidas, me caí varias veces y otras tantas me levanté,  comencé a caminar, luego de algunas horas, a mi derecha alcanzo a ver el bendito bosquecillo, mi corazón iba delante de mis pasos, la emoción me embargaba, creía escuchar las voces de los amantes, la intriga se apoderó de mí,, ya no sentía tanto el frío, solo deseaba encontrar la choza, o cabaña, me daba igual, internándome en el bosque, grité los nombres de los amantes, ellos, ya formaban parte de mis sentimientos, estaban instalados en mi mente, para estas alturas serían ya como las 19hs pm., ni hambre tenía, la impaciencia me invadía, convengamos que eran las 15h am, cuando desobedeciendo a mi esposo y a las leyes de la naturaleza, comencé a deslizarme, sin embargo no me percaté del transcurso de las horas.

En un momento, cuando mis manos estaban en los bolsillos del saco de mi esposo, el cual fue mí deslizador, encontré tres caramelos, mi encendedor con los cigarrillos, que eran míos, pero siempre los lleva él, aun hoy lo hace, aunque no fuma, dice que lo hace para controlar cuanto fumo, aparte también tenía algo de dinero, ¡¡menos mal que no lo perdí!...
Encendí un cigarrillo, con el cuidado que corresponde, me senté sobre un tronco, mientras mis ojos buscaban aquél nidito de amor, algo que me hablara de los amantes patinadores,  miré hacia arriba, el cielo estaba diáfano, filtrándose sobre las ramas de los árboles, ver ese panorama fue fascinante, el mover de las hojas, parecían palmas que alababan a Dios.

Desde el fondo de mi corazón, elevé una oración,
¡¡Dios, si permitiste y me protegiste para llegar hasta aquí, debe ser que, algo tienes para mí, la historia de estos seres, debe ser bien narrada, dame una señal por favor!!...

Me puse de pie, hundí la colilla del cigarrillo en la nieve, caminé unos pasos, un árbol muy añoso, con tremendo tronco me atrajo sobremanera, abrazándome a él hasta donde pude, pues su diámetro era tremendo, cuando mi pecho se unió a él, fue como si latiera a la par de mi corazón, ¡¡Estás latiendo!!... ¡¡Tienes vida!!... Dije, cuéntame tú, que seguro fuiste testigo del amor de Sara y Farib, ese árbol me transmitió tanta energía que no lo podía creer, continué abrazada a él  repitiendo sin cesar, ¡¡Cuéntame, cuéntame!!... Cual si fuese una criatura, les confieso que lágrimas rodaban por mis mejillas, ¡no crean que perdí la razón!.. cuando se tiene el privilegio de estar en un lugar místico, como en el que estuve, se pierde la noción del tiempo, nos lleva a encontrarnos con nosotros mismos, es como darles riendas sueltas a nuestro ser interior, es contactarse con la naturaleza, ser uno con ella, y eso que horas antes le había desafiado con mi imprudencia, aunque creo que las cosas pasan cuando tienen que pasar y no es por casualidad, yo diría que es por una causalidad, todo tiene una causa un por y para que.

Las horas transcurrían y yo sola, abrazada al padre de los árboles, sentía que era mío y yo de él,

Mientras yo permanecía en el mundo de los amantes, mi esposo desesperado, movilizaba a las autoridades, para que me encontraran, pues él sabía que me había ido con miles de preguntas al bosque y que no regresaría sin respuestas.

Mientras tanto comencé a llamar a Rubí, o Cristal, allí podía gritar sus nombres, pues el eco me ayudaba, de pronto recordé el nombre de Grandal, también a él lo llamé a gritos, ¿Dónde están, amigos de Farib?... ¡¡Respóndanme por favor!!... ¿Podrían darme una señal?... Mientras los llamaba, me adentraba más y más en el bosque, convengamos que la tarde  estaba  cayendo, algo me molestaba en el cabello, con mi mano lo quité, quizás una hoja, pensé, pasaron unos momentos y nuevamente ese algo en mis cabellos, volví a quitarlo con mi otra mano, mientras continuaba yo llamando a estos seres, de pronto una suave vocecita dice en mi oído, ¡¡Si vuelves a quitarme, me iré!!... Quedé paralizada revoloteó frente a mis ojos, parecía “Campanita” del cuento de Piter Pan, instintivamente le ofrecí mi mano, se posó en ella mientras decía, ¡¡Sabes que solo tú, has llegado hasta aquí!!... ¡¡Te diré por qué!!... Porque tu único propósito, es el de conocer realmente la verdadera historia de nuestros amigos.

Les aseguro que solo podía mover mis ojos, siguiendo sus movimientos, creía estar soñando, miré en dirección hacia donde su dedito puntiagudo me señalaba, mientras sonreía dijo; ¡¡Mira aquél árbol!!... voló hacia el lugar, cuando yo llegué me dijo que leyera lo que estaba escrito en su tronco así lo hice, ¡¡En voz alta!!... me pidió, “Sara ama a Farib”… Por poco me desmayo, ¡¡Escrito por la misma Sara!!... No podía comprender que, Dios y la vida me hicieran éste regalo, ¿Sabes por qué permito que me veas?... Dijo el hadita, (que por cierto era Rubí,)  yo sorprendida por su pregunta, respondí, ¡¡No lo sé, dímelo tú preciosa!!... Ella sonriente y mientras tocaba mi cara, me contó que ellos sabían, que yo siempre alimenté la idea de que, si lograba ver algún día a los seres elementales, me encargaría de comprender su existir, y sus propósitos, pero para vernos  prosiguió, hay que tener coraje y decisión, y tú lo tienes, también me dijo que estuvieron observándome desde que me deslicé.

Yo, a lo que hice, le llamo arrebato,  ella, le llamó arrojo, decisión, coraje.
El árbol al que te abrazaste, (me dijo) del cual sentiste sus latidos es Grandal, quién me permite que te lleve hasta la cabaña de Farib, por la única razón, es que confía, en que tu relato será real, sin quitar ni agregar argumento alguno, también desea que escribas tranquila lo que María va relatándote,
¡¡Yo me  jalaba el cabello, para sentir que me doliera!!... Estaba como en una ensoñación,…

 Luego me recordó que, nada es casual, sino “causal,”, María fue la elegida para relatarte nuestra verdad, puesto que fuimos y aun somos partícipes de ésta historia, hemos pasado momentos muy felices junto a ellos, y también de los otros, “los malos momentos” pero hay cosas que no debo, ni puedo revelar.

También  me comentó, ¿Sabes una cosa escritora?... Muchas se acercan por aquí, y “digo se acercan, porque nunca llegan” pero regresan sin ver, ni percibir nada, solo fueron guiados por la curiosidad nada más, pero tú viniste ,para poder narrar la historia con autenticidad, repito dijo, algunas situaciones no podrás conocerlas pues pertenecen a la privacidad de Sarita y Farib, así  es nuestra ley.

Mi corazón se regocijaba al escuchar los nombrar, y más aun cuando dijo que me llevaría a la cabaña de ellos, aunque me advirtió que no  vería el camino, pues lo haríamos en un instante, tan pronto lleguemos, observarás el lugar, seguro te deleitarás.

Le pregunté ¿Como llegaremos?...¡¡Cierra tus ojos escritora!!... Respondió y así lo hice,  al abrirlos estábamos en medio de la cabaña, frente al camastro donde tantísimas veces se habían amado los patinadores.

Yo desbordaba de alegría, emoción y asombro, extendí mis manos queriendo tocar el camastro, pero Rubí me detuvo,
¡¡No toques, solo mira!!... Esto es real, aquí se amaron, lloraron y rieron, juntos, Sara y Farib.

Le dije a Rubí que mi corazón iba a explotar de emoción, que en ese lugar se podía oler, el  aroma del amor, ¡¡Sí!!... Respondió el hadita, todo mi ser, se embriagó con ésta pregunta, ¿Esto lo puedo contar?... ¿Qué casi pude tocar, su lecho de amor?... ¡¡Sí puedes!!... Solo que nunca nadie, puede ni podrá saber, como llegar hasta aquí, y aunque estás junto a mí,, tampoco tú sabes como llegamos, y así debe ser, un día Farib nos hizo prometer que nadie debía conocer el camino y repito, que aunque aquí  estamos, jamás  sabrás como llegar, aunque te esfuerces  en recordar, no podrás lograrlo.

Este lugar es de  Sara, Farib y nuestro, los seres elementales, extendió su bracito, señaló la chimenea, ésta se encendió, luego de un rato hizo lo mismo y se apagó, mientras me decía, ¡¡María  cuenta verdad, escribe sin temor!!... luego agregó, ¡¡Sara no está sola, aunque parezca que sí!!...

La miré sorprendida, ella me hizo señas que cerrara mis ojos, así lo hice y al momento, estábamos en el lugar donde la encontré, les aseguro que aun hoy, no salgo de mi estupor, quiero pensar, razonar pero es imposible, ¡¡No recuerdo más que la cabaña!!...  ¿Pero como llegar?...  Tendría que encontrarme con el hadita nuevamente.

Lo último que me dijo Rubí, “eso sí,” esta grabado en mi mente a fuego,
¡¡Cuando Sara llegó con Farib para conocernos!!... Me presenté igual que lo hice contigo y ¿Sabes qué?... Sara reacciono como lo has hecho tú, sin temor, aunque muy sorprendida, hasta que nos hicimos grandes amigas.

Luego de observarme sonrientemente me dijo; ¡Ahora!... Tú debes caminar en línea recta, hacia tu derecha para salir del bosque, allí está esperándote tu esposo, que por cierto su desesperación es tremenda, está viendo que oscurece y a ti no te encuentra, ¡¡Vete ya, amiga escritora!!...

Tendrás mucha suerte, afirmó, tocándome la frente con su dedito puntiagudo, me sonrió y al momento, desapareció.

Seguí sus instrucciones, en verdad así quedó el bosque, detrás de mí, de pronto escuché mi nombre, obviamente era la voz de mi esposo, respondí y el eco llevó mi voz, cuando nos encontramos, me abracé a su cuello, mientras nos besábamos, le pedí mil veces perdón, ¡Lamento mi amor, haberte desobedecido!!... Él repetía, ¡¡Amor solo quiero saber que estés bien!!... 

El personal de rescate, rápidamente me atendieron, envolviéndome con mantas, estaba helada, aunque hasta ese momento, no me había percatado del frío, en verdad mi búsqueda de la verdadera historia, revolucionó aquel pueblo.

Fui por respuestas, era algo que debía hacer y si bien  el modo que empleé y me desplacé, no fue como debía, el desafío me provocó y lo enfrenté, así soy atrevida, arriesgada  y algo irresponsable, mi esposo me decía y aun hoy lo sostiene,  es que, me comporté como una “notera “que no acepta perder una primicia, quizás no se equivoca, me gusta palpar la historia que contaré y créanme que ésta, jamás se apartará de mi mente y mi corazón.


 estrella fugaz.

Amor brujo

http://youtu.be/auRUxPPqDcQ?list=RDauRUxPPqDcQ