jueves, 30 de septiembre de 2010

“Niña atrevida.”





¡¡Ven aquí, niña atrevida!!...¿cómo te permites mirarme así, tan insinuante y provocadora?... ¿acaso crees que no tengo sangre?... Te diré niña insolente que deberás hacerte cargo de los resultados de semejante insinuación, ¿estás preparada para disfrutar entre mis brazos?...
De no ser así, quita de mí, esa mirada de felina en celo.
Ella no imaginó que él reaccionara así, pero no se amedrentó, continuó comiéndolo con la mirada, él se aproxima a su oído y susurrando le dice, ¡¡Eres una niña, esperando ser mujer!!... ¿Pero sabes?... Si te hago mía, ya no seré el mismo.

Ella solo supo que debía arrojarse en sus brazos, ese era el hombre, con el que había soñado, la convertiría en mujer, su mujer, se aferro a su cuello, el temblor de su cuerpo la superaba, no pronunciaba palabra alguna, solo lo besaba, él respondió apasionadamente sintiendo entre sus brazos, ese frágil cuerpecito esperando anhelante que lo poseyera.
La condujo de la sala, hacia un reservado sin dejar de besarla, una tenue luz los envolvía, la música suave los arrullaba entrando en una nube de placer y deseo, quito muy sensualmente cada botón de su vestido, mientras ella gemía, ardía en deseos, hasta el momento, nada decían, solo se escuchaban gemidos y suspiros, ella sin dejar de mirarlo a los ojos, quitó su corbata luego quitó su camisa, cuando su piel se unió a la de él, como gata enfurecida lo tomó por los cabellos mientras le pedía, ¡¡Hazme tuya!!... él respondió, ¡¡Niña salvaje y ardiente, estás quemando mi sangre!!...

Su cuerpo virgen era como piel de durazno, invitándolo a cubrirlo de besos, sus pechos eran pequeños, sus pezones tensos los cuales lamió sin cesar, con sus manos cubría su cintura, la ropa yacía sobre la alfombre roja, ella con su ingenuidad lo atrapaba más y más, pero dentro de esa ingenua niña habitaba un huracán sin control, arrollador, avasallante, ya sin ropa por completo, ¡¡Por Dios!!... jamás imagino que esa niña fuese lava hirviente.

¡Niña!... dijo, déjate llevar por lo que sientes, ahora nos pertenecemos, soy tan tuyo como tú mía, sus piernas entrelazadas, sus cuerpos transpirados, ella disfrutaba lamiendo esa miel que probaba por primera vez, sus cabellos húmedos sobre las piernas de él, lo excitaba, presionando su cabeza entre sus manos, en ningún momento creyó que esta mujercita lo llevara al éxtasis total, ella era insaciable, se contorsionaba en la cama como serpiente, presionándolo entre sus pechos, se deslizaba en un dulce vaivén recorriéndolo por completo, lamía sus muslos mientras sostenía en sus manos su pene erecto casi a punto de explotar, de pronto sentándose sobre él, comienza un galope muy lento y cadencioso mientras mirándolo a los ojos le pregunta ¿Así te gusta?... porque a mí me encanta sentirte dentro mío, saborearte, pertenecerte, decía esto sin dejar de besarlo en la boca (y eso que aun no le había penetrado totalmente, ella creía que eso era todo, solo estaba acariciándolo con su vulva), de pronto la voltea en la cama, toma el control, ya no podía retener más, un orgasmo que derramó penetrando esa vagina virgen, ella ahogo un grito sobre la boca de él, mientras lagrimas de dolor y gozo se unían a la transpiración de sus cuerpos, ¡¡Niña salvaje!!... como haré para dejar de pensar en ti, dijo él, ya ocupas un lugar en mi vida, hacía tanto tiempo que no disfrutaba de esta manera ¡¡eres especial!!... ¿lo sabes?... ella no respondió, solo lo miró, estaban exhaustos, ella jugaba con sus dedos entre los cabellos de ese hombre que le cambiaría la vida, él respondía a sus calidas caricias mientras pensaba como hacer para no perderla, pues le doblaba en edad, la consideraba un regalo de los dioses.

Luego de unos momentos ella pregunta, ¿Continúa pensando que soy atrevida?... ¡¡eres una diosa!!... respondió, mientras acariciaba sus cabellos renegridos, ¿dime?... pregunto él, ¿Cómo es tu nombre?... Ateneas, respondió sonriente
¡¡Mujer!!... ¡¡que bello nombre tienes!!... sabes que, en los mitos clásicos nunca tuvo consorte o amante, y por ello a menudo era conocida como Atenea Pártenos que significa (‘virgen’).
Tu nombre tiene historia mi niña, ahora te llamarás para mí, que soy romano, Minerva. “Diosa de la sabiduría, hija de Júpiter, rey de los dioses”
Ella quedó perpleja ante tanto conocimiento, y acepto feliz su nuevo nombre.

Nos despediremos, dijo ella y no se tu nombre aun, él con sonrisa pícara y audaz a la ves, respondió, mi nombre es Ignacio, es italiano y antes que terminara de hablar, ella le interrumpe sonriendo mientras lo abraza diciéndole, ¡¡conozco su significado!!... “fuego ardiente”… él besándola susurra lentamente ¡¡Atenea ya no es virgen, se llama Minerva porque Ignacio la hizo suya, pues soy fuego ardiente.

Así se conocieron éstas dos personas una noche de verano.

Estrellafugaz.

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